Abrió la
puerta y detrás de ella no había nadie, llevaba mucho tiempo sin que nadie
llamara a la puerta así que estaba seguro de que no era un error, porque ya no
recordaba como era el sonido que emitía el golpear una puerta; sin embargo, decidió aceptar la teoría de que había sido un error.
Por la noche
volvió a escuchar ese sonido, esta vez más claro, esta vez más fuerte, esperó algunos minutos para corroborar que no fuera un error, así que, luego de la
insistencia de aquel sonido, bajó las escaleras y caminó hacia la puerta, esperó unos segundos, tomó aire, tomó el pomo y lo giró, y, cuando la puerta no tenía
ni 10° de apertura, alguien la empujó tan fuerte que él salió volando.
No sabía
exactamente cuánto tiempo había pasado, pero más de 12 horas sí, ya era de día,
pero podía ser la mañana de cualquier día, incluso llegó a pensar que era la
mañana del día anterior, como no tenía con quien hablar decidió olvidar lo que
había sucedido, y se dedicó un poco a inspeccionar su casa, esperando que aquel
que había ultrajado en su casa no se hubiera llevado algo muy valioso.
Como no
parecía que faltase nada, decidió tomar asiento y leer alguna novela o un cuento, como
habían estado los ánimos se le antojó leer algo de terror, estaba entre algo de
Poe o una de Lovecraft, finalmente se decidió por Lovecraft y tomó su favorito
de él Más allá del muro del sueño, no
se cansaba de ese cuento, pues siempre encontraba algo nuevo, algo que lo
atemorizara más, y es que aquella cita de Shakespeare le pone la piel chinita a
cualquiera.
Entrando
casi al clímax del cuento, alguien llamó a la puerta, estaba seguro que era el
mismo que llamó la noche anterior (o la que haya sido), pues tenía una forma de
tocar muy particular; un poco nervioso y sin pleno uso de sus facultades debido
a la alteración que le provoca el leer a Lovecraft, se levantó de su sofá y
camino hacia la puerta, pero esta vez no iba a permitir que lo dejaran
inconsciente, así que abrió rápidamente, pero no había nadie.
Ya no sabía qué hacer, sabía que tenía que llamar a alguien, de mínimo a la policía, pero… ¿qué iba a decir exactamente?- Bueno, hablo para reportar un delito, alguien ha estado llamado a mi puerta y cuando voy a abrir no hay nadie.- Pensarían que estaba tratando de hacer una broma y si contaba lo de la noche, que era un loco, además quien se confiaría de un hombre de su edad que vive solo en una colonia, básicamente, familiar.
Decidió
finalmente continuar con su rutina y al final del día cuando se estaba
arropando para ir a la cama, volvieron a llamar a la puerta, esta vez bajó más
rápido las escaleras y muy enfadado grito quién mientras abría la puerta,
detrás de la puerta no estaba vacío, esta vez había una nota que decía: “Olvida
y regresa a la vida”.
¿Qué clase
de broma era esa? Además quién querría hacerle una broma, no conocía a nadie de
por ahí, en realidad de por ningún lado, estaba solo. Se tomó unos minutos,
releyó varias veces la nota y reflexionó sobre ella, había algo en especial que
le intrigaba, no era el contenido, ni siquiera el modo en que llegó a sus
manos, era la caligrafía, él conocía esa caligrafía, pero de dónde, no lo
recordaba.
A la mañana
siguiente, luego de desayunar quiso distraerse de todo lo acontecido durante
los días pasados, y buscando entre sus libros encontró un pequeño cuadernillo
de crucigramas, para su buena suerte estaba nuevo, de modo que podría pasarse
todo el día entretenido, y justo cuando escribió la palabra número tres
vertical lo supo, sabía de quién era esa caligrafía, era su caligrafía, pero,
¿por qué se había enviado esa nota? ¿Por qué no simplemente pensarlo y ya?
Entonces se
dio cuenta, ya estaba listo, ya había pasado el suficiente tiempo, él mismo se
estaba incitando a salir nuevamente al mundo, a conocer nuevas personas,
personas que no se fueran, personas que no corran, personas que no hablen,
personas que no sientan, personas que no respiren, personas como él.